Un desafío constante para cualquier maestro, es lograr que los estudiantes entiendan nociones y conceptos que se discuten y trabajan en el aula a través de sus correlatos en la realidad. Pasar de lo abstracto a lo concreto sin forzar el asunto. Sin embargo, tal vez lo más sencillo sea empezar por el aula, justamente.
Podemos hablar y discutir nociones de ciudadanía, de democracia e inclusión pero bien haríamos en traducir eso en algunas medidas concretas. Particularmente cuando se discuten cuestiones de discriminación de toda índole (raza, género, orientación sexual, etc.) Aquí algunas medidas y dinámicas que podrías poner en práctica para lograr una aproximación y un involucramiento más comprometido con el tema.
Promueve la discusión de manera constante
El diálogo y la dinámica del mismo es el componente esencial en un salón de clases. Si eres tutor de un grupo de estudiantes, tienes la oportunidad de construir desde el primer día de clases los canales, las reglas y los tonos de la comunicación en esa clase. Incentiva a tus estudiantes a hablar entre ellos, que se conozcan. Puedes organizar juegos y dinámicas para que todos aprendan un poco más sobre todos aquellos con quienes comparten la mayor parte de su tiempo.
Asume que le hablas a gente que sí conoce la injusticia
Al abordar discusiones que suponen hablar de exclusión, marginalización y hasta violencia, es importante lograr un abordaje que no complique el lenguaje, pero que tampoco subestime a la audiencia. Es mejor asumir de antemano que estás ante un grupo de personas que debido a sus particularidades biográficas pueden haber estado expuestos a diversos contextos en los que las cosas que planteas de modo teórico han sido ya incorporadas como experiencias. No seas condescendiente ni tampoco censures esos temas en tu discurso. Aproximate a estas temáticas de la manera más abierta y sincera posible.
Busca crear sentidos propios
Es importante que tus estudiantes interioricen algunas nociones e ideas que comparten a partir del sentido propio que le den a esa idea en sus cabezas. La enseñanza de estos valores supone un compromiso individual que pasa por asumir como propia la problemática que se discute, independientemente del rol en el que intervenga en esta. Estimula este tipo de razonamientos morales en tus estudiantes a través de ejercicios de escritura (composiciones y ensayos) y de dinámicas grupales (pueden hacer representaciones teatrales u organizar debates moderados). El solo hecho de interactuar en estas condiciones promueve un sentido de diálogo invaluable entre los estudiantes.
Tómate tu tiempo para elaborar tu discurso e ideas
Si bien trabajas con un currículo de contenidos y tal vez te apoyas en libros de texto o materiales previamente elaborados, lo cierto es que mucho va a depender del abordaje y el ángulo que le des a estas temáticas para que tus estudiantes se involucren y comprendan el sentido de aprender al respecto. Ello pasa por un pequeño proceso de autoexamen personal en el que es bueno que descubras y tengas claras tus posturas en todos estos temas. Es normal que existan algunos aspectos que tengan más resonancia o relevancia en ti a partir de tu propia experiencia. ¿Puede aportar eso a tu discurso? Incorpóralo, comparte parte de tu experiencia con tus estudiantes, pero tómate el tiempo para asimilarlo y prepararlo de manera tal que no pierdas el foco de la discusión ni expongas más de lo que quisieras, tal vez generando malos entendidos o confusiones. Es importante que los estudiantes sepan que sus maestros también son interlocutores con los que tiene cosas en común para fortalecer un sentimiento de pertenencia y confianza.
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