Sí, los maestros se agotan también. Tal vez suena demasiado obvio, ¿pero somos conscientes de lo que le cuesta a nuestra salud vivir agotados constantemente? El desgaste físico, intelectual y emocional puede llevarnos a disminuir nuestro desempeño, perder la pasión por la enseñanza y, eventualmente, complicar nuestra salud de manera severa.
Sin embargo, hay maneras en las que podemos cuidar nuestra salud y evitar que la rutina nos aplaste sin darnos un respiro. El diario inglés The Guardian reúne consejos para maestros que buscan cuidar su salud y hemos compilado algunos de ellos. Toma nota.
- Por las mañanas, antes de que lleguen los estudiantes, intenta visualizar tu día en adelante. Ajusta tus expectativas a ese estado de calma, pierde el miedo a pensar que podría ser un gran día.
- En el receso o durante cambio de horas, tómate unos minutos para caminar un poco por los pasillos o el patio. Puedes comer una fruta. Desconéctate por unos minutos de lo que vienes haciendo desde hace horas y solo concéntrate en el acto de comer esa manzana, por ejemplo.
- Estírate al menos dos o tres veces cada hora. Si pasas mucho tiempo en una silla o en la misma posición con los brazos estirados, procura tomar pequeñas pausas para estirarte. Si es necesario, sal por un momento al baño. Apoya tus brazos en el marco de la puerta, junta tus omoplatos, flexiona las rodillas. Evitarás calambres y mejorarás la circulación
- Respeta tus horarios para dormir. A veces es inevitable porque llegas con pruebas o cuadernos que corregir. Pero incluso en esos casos, acuéstate a la hora que normalmente lo haces. No alteres el reloj de tu cuerpo. Si es necesario, levántate un poco más temprano. Pero pasar la noche en vela solo te traerá problemas al día siguiente.
- Interactúa más seguido con tus colegas. Aprovecha esas horas en la sala de profesores para departir con tus compañeros de trabajo. Distráiganse un poco mientras no están dictando clases y preparan materiales. El soporte emocional de amigos y colegas es clave para una buena salud anímica.
- Hidrátate adecuadamente. No solo para evitar que las cuerdas vocales se resequen -con lo que nos volvemos más vulnerables a infecciones- sino para mantenerte alerta, evitar comer de más y prevenir malestares gástricos crónicos.
- Lleva lonchera. Mientras más comida hecha en casa comas, mejor. Evita los menúes, sánguches y comidas al paso. Debes destinar al menos quince o veinte minutos diarios a sentarte a comer tu almuerzo. Ensaladas, pescado, frutas, nueces y aceites naturales deberían estar siempre presentes en tu comida.
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