El herpes en niños es una infección viral más común de lo que muchos creen, aún así, en definitiva resulta sumamente preocupante. A veces asociamos esta enfermedad con una sola zona del cuerpo, pero lo cierto es que el herpes puede aparecer en diferentes lugares. Este artículo explica los distintos tipos de herpes, las áreas donde puede manifestarse, las causas, las formas de prevención y los tratamientos disponibles, para que puedas manejar esta condición de manera adecuada.
¿Qué es el herpes y qué lo causa?
El herpes es causado por el virus del herpes simple (HSV-1 y HSV-2) y el virus de la varicela-zóster (VZV). Estos virus tienen la característica de permanecer en el cuerpo en estado latente y reactivarse bajo ciertas condiciones, como un sistema inmunológico debilitado, estrés o exposición al sol. El HSV-1 suele relacionarse con el herpes labial, mientras que el HSV-2 se asocia comúnmente con el herpes genital. Por su parte, el VZV es responsable de la varicela en la infancia y del herpes zóster (o culebrilla) en etapas posteriores de la vida.
Tipos de herpes en niños y sus manifestaciones
El herpes puede presentarse en distintas partes del cuerpo según el tipo de virus y la forma en que se haya adquirido. El más común es el herpes labial, que se manifiesta como pequeñas ampollas en los labios o alrededor de la boca y suele estar relacionado con el HSV-1. Estas lesiones pueden ser dolorosas y se transmiten mediante el contacto directo con la saliva o las llagas de una persona infectada.
Otro tipo menos frecuente pero importante es el herpes ocular, que puede aparecer si el niño toca una lesión activa y luego sus ojos. Los síntomas incluyen enrojecimiento, lagrimeo y sensibilidad a la luz, y requiere atención médica inmediata para prevenir daños en la visión. El panadizo herpético, por otro lado, afecta los dedos y las manos, manifestándose como ampollas dolorosas debido al contacto del virus con pequeñas heridas en la piel.
El herpes genital, aunque menos común en niños, puede presentarse si hay contacto directo con lesiones infectadas. Por último, el herpes zóster ocurre en niños que ya han tenido varicela y se presenta como un sarpullido doloroso localizado en una parte del cuerpo, generalmente en el torso o el rostro. En casos excepcionales, el eccema herpético puede aparecer en niños con afecciones de la piel como eczema, causando lesiones extensas y fiebre, una situación que requiere atención médica urgente.
Prevención del herpes en niños
Prevenir el herpes en niños implica enseñarles hábitos básicos de higiene y ser conscientes de posibles contagios. Es fundamental que se laven las manos con frecuencia, especialmente después de tocarse el rostro. También se deben evitar los besos o el contacto directo con personas que tengan lesiones activas. No compartir utensilios, toallas, cepillos de dientes o juguetes es otra medida esencial para prevenir la transmisión.
Proteger a los niños de la exposición al sol con protector solar puede ayudar a prevenir la reactivación del herpes labial, ya que la radiación UV es un desencadenante común. Además, vacunar a los niños contra la varicela no solo los protege de esta enfermedad, sino que también reduce el riesgo de desarrollar herpes zóster en el futuro.
Tratamiento del herpes en niños
El tratamiento del herpes en niños dependerá de su tipo y severidad. Los médicos suelen recetar medicamentos antivirales específicos para reducir los síntomas y acortar la duración del brote. Además, el alivio del dolor puede manejarse con analgésicos como paracetamol o ibuprofeno.
En casos de lesiones leves, las cremas tópicas pueden ser útiles para aliviar el dolor o la picazón. Es importante asegurarse de que el niño se mantenga hidratado y descanse lo suficiente para favorecer su recuperación. Las compresas frías pueden ayudar a reducir la inflamación y el malestar en las áreas afectadas. Sin embargo, cuando el herpes afecta áreas sensibles como los ojos, se extiende rápidamente o causa síntomas como fiebre alta, es imprescindible buscar atención médica inmediata.
El herpes en niños puede manejarse adecuadamente si se reconocen sus signos y se toman las medidas necesarias. Aunque puede presentarse en diferentes formas y ubicaciones, la prevención, la detección temprana y un tratamiento oportuno son fundamentales para garantizar el bienestar del niño. Ante cualquier duda o síntoma inusual, consulta siempre con el pediatra para obtener orientación profesional
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