Las heridas leves pueden ser atendidas de manera local y por lo general, sin ayuda de un especialista. Al ser heridas superficiales, que no comprometen otras estructuras como huesos, tendones o vasos de manera profunda, pueden ser lavadas y curadas inmediatamente para evitar infecciones posteriores.
Si usted o alguno de sus alumnos sufre de una herida leve, lo primero que debe hacer es lavarla con abundante agua y jabón. Por lo general, las superficies u objetos que producen las heridas se encuentran contaminados con polvo u otras partículas que pueden infectarlas, por lo que es necesario retirar primero la suciedad. Luego, con ayuda de gasas y agua oxigenada, se debe continuar con la desinfección lavando desde el centro de la herida hacia los bordes.
En caso de que la herida no sangre tanto o no tenga pus, es recomendable dejarla secar al aire y al sol sin utilizar recubrimiento como curitas o gasas. De lo contrario, solo dejar al aire durante las horas de reposo.
En caso de las heridas punzantes o cortantes, hechas con un cuchillo o aguja por ejemplo, sí será conveniente cubrir con gasa luego de la desinfección. Dependiendo de la profundidad de la herida o el nivel de contaminación del objeto punzocortante (por ejemplo un clavo oxidado), puede ser necesario acudir a un especialista para que la herida sea examinada o saturada.
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