Los simulacros enseñan a las personas a reaccionar ante sucesos peligrosos. Todos los años el Ministerio de Educación aprueba el cronograma de simulacros nacionales e invita a las Instituciones Educativas a participar activamente de este ejercicio que propone una emergencia o desastre “ficticio”. En el caso de un simulacro de sismo en la escuela, se hará uso de alarmas como campanas, sirenas y silbatos tal como sonarían en caso de una real emergencia.
Aunque es poco tiempo el que nos toma un simulacro en la escuela, asegúrese de que sus alumnos lo tomen en serio y actúen con respeto durante esos minutos. Recuérdeles, desde el anuncio de un simulacro, que estar preparado puede salvar sus vidas. Asimismo, todos en la comunidad educativa deben saber que existen los simulacros ‘sorpresa’, donde no se indica una hora exacta. Esto con la finalidad de conocer cómo reaccionaría la población. Los simulacros evalúan la capacidad de respuesta de toda la comunidad educativa frente a un peligro natural o antrópico.
Consulte si usted como maestro tendrá algún papel especial dentro de las Brigadas de emergencia, y ponga a prueba su capacidad de comunicación con las autoridades involucradas y de reacción ante la emergencia o el desastre simulado.
Recuerde que un simulacro, a pesar de ser ficticio, moviliza grandes masas de personas. Esto también puede ocasionar otros accidentes si el evento no se realiza con calma, seriedad y total compromiso.
Tenga en cuenta que luego de realizado el simulacro, la comisión de gestión del riesgo aplicara la Ficha de evaluación del simulacro y deberá informar a la Unidad de Gestión Educativa Local. Esta evaluación también sirve para mejorar continuamente el simulacro.
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