¿Sabía que las altas temperaturas en las que freímos algunos alimentos pueden terminar por destruir algunas de sus vitaminas y minerales? Si bien nuestro cuerpo utiliza las grasas para su beneficio almacenándolas en forma de células adiposas, sabemos también que consumir muchas frituras puede traer riesgos para nuestra salud a mediano o largo plazo.
Y es que los alimentos fritos pueden ser además fuente de grasas trans y otros compuestos tóxicos para nuestro organismo. Al aumentar la grasa en la sangre, puede ocurrir que las arterias se estrechen o bloqueen, por lo que seremos más propensos a sufrir de enfermedades cardiovasculares. Esto quiere decir que estaremos en riesgo de coágulos sanguíneos, paro cardiaco o incluso un accidente cerebro-vascular.
Por otro lado, comer demasiadas frituras contribuye con el sobrepeso y obesidad, condiciones que elevan el riesgo de otras condiciones como diabetes, colesterol elevado, hipertensión e incluso algunos tipos de cáncer.
Una recomendación importante es entonces reducir el consumo de frituras, evitando que formen parte de nuestra dieta diaria. Una opción es reemplazar los alimentos fritos por comida horneada, y en caso utilicemos aceite, que este sea de buena calidad y se utilice solo una vez.
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