Has leído y oído en más de una ocasión que hablarle a tu bebé es un hábito que fortalece vínculos afectivos desde muy temprana edad tanto con la madre como con el padre. Acostumbrar al oído de tus hijos a la voz humana y la conversación cuando está desarrollándose y creciendo, además, tendría un asombroso efecto en sus capacidades intelectuales.
De acuerdo con un informe de The Guardian, los bebés a los que sus padres les conversan y hablan de manera regular, desarrollan habilidades de lenguaje y vocabulario desde antes de los dos años, incluso. En el referido informe, la profesora Anne Fernald, psicóloga de la Universidad de Stanford, explica que este hábito permite familiarizar a un bebe con las reglas y el ritmo de la conversación y hace que su aprendizaje y desarrollo cognitivo en este aspecto sea mucho más sencillo y espontáneo. Aquellos niños expuestos de manera rutinaria al ejercicio de la conversación, desarrollan mejores habilidades para la comunicación y el idioma.
Desde la habilidad para decodificar palabras, hasta pautas para distinguir sutilezas, tonos e intenciones, la conversación habitual trae beneficios asombrosos, en opinión de los especialistas. Recordemos que el hecho de hacerlo habitualmente también tiene un impacto a partir de la repetición, que es otra habilidad que adquieren desde muy pequeños si los habituamos a escucharnos hablarles.
Sin excusas
No interesa que no pueda responderte o que no entienda totalmente lo que comunicas. Al dirigirte a tu hijo logras estimular todos sus sentidos, ayudarlo a reconocer patrones y a socializar con otras personas a partir del ejercicio y la disciplina de escuchar. No es exageración cuando te decimos que es algo cuyo impacto es real desde el primer día que sostienes en tus brazos a tu bebe.
Ahora bien, es posible que muchos padres atribuyan la poca o nula conversación con sus bebes a la falta de tiempo, la rutina agobiante y el cansancio acumulado. SIn embargo, no hay razón para argumentar esto. Por lo pronto porque es algo que puedes hacer mientras haces todas las otras cosas que demanda su cuidado: bañarlo, cambiarlo, alimentarlo, acostarlo, jugar con él. Si logras acostumbrarte a siempre contarle cosas mirándolo a los ojos mientras haces todas esas cosas, la diferencia se va a notar.
No es tan complicado realmente. No se trata de sobresimplificar todo y adoptar tonos de voz 'de bebe' para dirigirte a ellos. Al contrario. Acostúmbralos a escuchar tu voz en su estado habitual. Que se familiaricen con tu cadencia, tu ritmo, tus emociones al hablar. Comparte con ellos algo de ti.
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