Las redes sociales se han convertido en una parte importante de la vida cotidiana de muchas personas, incluso un espacio de trabajo y los niños, cada vez más expuestos a la tecnología, muestran un inmenso interés en unirse a estas plataformas y estar “conectados” con el mundo. Sin embargo, la pregunta crucial que nos hacemos los padres es: ¿cuál es la edad adecuada para que los niños tengan redes sociales? Hoy queremos compartir información valiosa que te ayudará a entender por qué es importante no apresurar el inicio de la vida en redes de nuestros hijos, cuál es la edad recomendada para que los niños accedan a las redes sociales, por qué no deben hacerlo antes, los peligros y riesgos asociados a este universo, y compartir algunos consejos útiles para delimitar, organizar y medir su uso.
El momento justo
¿Cuándo empezar? Cada vez más niños tienen una cuenta propia en una red social como Tik Tok o Instagram y a los padres nos parece normal, pues la mayoría de sus amigos ya las utiliza. Pero la mayoría de las redes sociales establecen una edad mínima de 13 años para crear una cuenta. ¿Por qué?, pues esta recomendación no es arbitraria; está basada en leyes como la Ley de Protección de la Privacidad Infantil en Línea (COPPA) en Estados Unidos, que protege la privacidad y la seguridad de los menores en internet.
Pero además de las leyes y reglas asociadas a la edad, es esencial considerar la madurez emocional de nuestros hijos. Algunos pueden estar listos a los 13, mientras que otros pueden necesitar más tiempo para desarrollar habilidades críticas de autocontrol, empatía y comprensión de los riesgos en línea.
¿Por qué debemos esperar?
Los niños menores de 13 años pueden no comprender completamente la importancia de proteger su información personal y las redes sociales recopilan y almacenan datos que pueden ser utilizados con distintos fines, además la prepubertad y la adolescencia, son etapas llenas de cambios importantísimos que pueden nublar el juicio de nuestros hijos. Las redes no siempre pueden filtrar adecuadamente el contenido publicitario, lo que puede exponer a los niños a imágenes, lenguaje y comportamientos inapropiados para un menor de edad. Además el mundo virtual está repleto de peligros y los niños más pequeños son más vulnerables al ciberacoso y a la presión social y mientras más jóvenes sean, manejar la negatividad y el rechazo que pueden encontrar en línea, será más difícil aún.
Los niños son impresionables y las redes sociales están desbordadas de contenido basura en el que una persona es admirada y seguida por hacer bromas pesadas, proponer y fomentar retos peligrosos, comprar cosas innecesarias y recibir miles de likes y obtener cantidades absurdas de seguidores, por ello. Es importante que los niños esperen para iniciar su vida en redes y así sea más sencillo que entiendan el valor real del contenido del mundo virtual y sobre todo de la vida fuera de las redes. Mientras más pequeños naveguen en redes sociales, es más probable que tomen como modelos a los personajes equivocados.
Peligros y riesgos de las redes sociales
Las redes sociales pueden parecer inofensivas, pues se accede a ellas de manera virtual, por lo que en teoría no existe ningún peligro real para nuestros hijos. Pues si esa es nuestra postura, estamos en un error, ya que los riesgos existen, son reales y tienen muchas formas.
Adicción y tiempo excesivo frente a la pantalla: El uso excesivo de redes sociales puede llevar a una adicción digital, reduciendo el tiempo para actividades físicas, de estudio y descanso.
Salud mental: La comparación constante con otros puede afectar la autoestima de nuestros hijos, causar ansiedad y depresión.
Exposición a depredadores en línea: Los niños pueden ser el objetivo de personas con malas intenciones que utilizan las redes sociales para contactar y explotar a menores. Son muchísimos los casos de niños desaparecidos en el mundo que fueron contactados por algún “nuevo amigo” por redes que realmente no era quien decía ser. Las redes nos permiten crear una nueva identidad, ocultar la verdadera y convencer a cualquiera de que somos eso que aparentamos ser a partir de fotos, historias y cualquier publicación que compartimos.
Mundo irreal
Como adultos sabemos muy bien que lo que se muestra en redes sociales suele ser una versión casi teatralizada de un momento. Una situación orquestada estéticamente que busca mostrar el mejor ángulo de nuestro cuerpo, nuestra familia, de las actividades que realizamos, del café que tomamos y de la vida en general. Una forma “aesthetic” de mostrar lo que somos, aunque no siempre sea verdad. Pues lo mismo sucede con los niños y jóvenes y esta realidad perfecta de otros, puede generar una sensación de disconformidad en nuestros hijos con respecto a su propia vida, su familia y su cuerpo que, de no ser atendida, definitivamente causará un impacto negativo en su autoestima. Es por esto que es tan importante que nuestros hijos sepan que la piel perfecta de la foto que ven en Instagram lleva un filtro, que por las mañanas lucimos despeinados, hichaditos y desorientados y no como princesa de Disney y que la foto de la chica mirando por laventana, tal vez no muestra el desorden real a su alrededor. Pero por sobre todo, los niños deben saber que no todo lo que hacen necesita ser compartido en una red social, pues lo más importante de cada situación que vivimos, lugar que visitamos, reunión a la que asistimos o viaje que hacemos, es la experiencia en sí y los momentos que compartimos con las personas que amamos y no cómo salimos en la foto o cuántos likes obtenemos por ella. Lo hermoso de la vida es vivirla, no que otros lo sepan.
Recomendaciones para controlar y medir su uso
Nuestros hijos pertenecen al mundo digital y a las redes sociales y tarde o temprano se iniciarán en este universo. Como padres nos toca respirar, acompañar activamente y poner reglas claras para que la experiencia sea positiva y pueda aprovecharse al máximo, pues las redes son una herramienta muy útil, si se manejan correctamente y en el momento justo. Así que si nuestros hijos están en la edad correcta, es momento de seguir estos consejos:
- Establecer límites de tiempo: Determinar cuánto tiempo pueden pasar en las redes sociales cada día y asegurarse de que no interfiera con sus estudios, actividades extracurriculares, otras responsabilidades y (muy importante) tiempo familiar.
- Supervisión constante: Crear las claves de acceso a redes y teléfono de manera conjunta con nuestros hijos y utilizar aplicaciones de control parental para monitorear la actividad en redes. Deben saber que tenemos accesos a sus cuentas en todo momento y que la privacidad es un privilegio que deben ganar mostrando un comportamiento adecuado.
- Educación sobre seguridad en línea: Enseñar a nuestros hijos sobre la importancia de la privacidad, cómo identificar y reportar comportamientos inapropiados y la importancia de no compartir información personal.
- Promover actividades offline: Fomentar hobbies y actividades en el mundo físico que mantengan a los niños activos y socializando de manera saludable, como clases de música, arte, diseño, fútbol, natación, artes marciales, paseos, campamentos y excursiones, etc.
- Comunicación abierta: Mantener una comunicación abierta y honesta sobre las experiencias en las redes sociales. Los niños deben sentirse cómodos compartiendo sus inquietudes y problemas con sus padres.
- Polìtica cero fotos: Acordar con nuestros hijos que no se publicarán fotos que expongan su sexualidad bajo ninguna circunstancia, de manera pública o en canales de comunicación privados.
Las redes sociales serán parte de la vida de nuestros hijos y esto no debe ser algo malo, pero debe suceder en el momento justo, a una edad apropiada y de manera consciente y responsable. Permitir que los niños accedan a las redes sociales es una decisión crítica y un gran paso para toda la familia que requiere evaluar no solo la edad de los niños, si no su madurez y los riesgos que involucra esta nueva etapa. Establecer reglas claras y educar a los niños sobre el uso seguro de las redes es esencial para proteger su integridad y bienestar general. No se trata de prohibir, sino de educar y prevenir. Conversar con nuestros hijos de manera honesta y frontal, es la mejor opción.
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