Las harinas se encuentran en gran cantidad de los alimentos que compartimos como familia y, aunque suelen ser sabrosos, no siempre son los más saludables. Es común que la dieta de los niños contenga harina, pues en la rutina diaria ofrecer galletas, panes, pasteles y cereales, es sencillo y los pequeños no suelen oponerse a estos alimentos por lo que hace más fácil la labor de alimentarlos. Y es cierto que las harinas aportan energía, sin embargo, el consumo excesivo de éstas, especialmente si son refinadas, puede tener efectos negativos en la salud de los niños. A continuación, explicamos por qué el exceso de harina es peligroso para los niños y qué alternativas más saludables podemos ofrecerles.
¿Por qué evitar el exceso de harinas en los niños?
Las harinas refinadas, presentes en muchos productos comerciales, han perdido buena parte de su fibra y nutrientes en el proceso de refinamiento. Esto hace que el cuerpo las absorba rápidamente, aumentando los niveles de azúcar en la sangre y poniendo en riesgo la salud de los niños. Estos son algunos de los problemas de salud más frecuentes cuando el consumo de harinas es muy alto:
- Aumento de peso y obesidad: La harina refinada se convierte rápidamente en glucosa en el organismo, lo que eleva los niveles de azúcar en sangre. Cuando los niños consumen demasiadas harinas y no queman esa energía con actividad física como el deporte o el juego al aire libre, el exceso de glucosa se convierte en grasa, aumentando el riesgo de sobrepeso y obesidad.
- Problemas digestivos: Las harinas refinadas carecen de fibra, que es esencial para una digestión saludable. La falta de fibra puede causar estreñimiento y otros problemas intestinales en los niños. Además, el consumo continuo de alimentos bajos en fibra afecta la flora intestinal y el funcionamiento general del sistema digestivo.
- Impacto en los niveles de energía y concentración: Cuando los niños comen alimentos con harina refinada, experimentan un aumento rápido de energía seguido de una caída igual de rápida de la misma. Esta fluctuación puede hacer que los niños se sientan cansados, irritables y con problemas de concentración.
- Riesgo de enfermedades a largo plazo: Aunque puede no parecer urgente en la infancia, el consumo excesivo de harinas refinadas está relacionado con enfermedades como la diabetes tipo 2, problemas cardiovasculares y síndrome metabólico a largo plazo.
Alternativas nutritivas a la harina refinada
Es importante ofrecer a los niños alimentos que les proporcionen energía sostenida y nutrientes esenciales, que sean sabrosos y saludables al mismo tiempo y los alejen del consumo de productos ultraprocesados. Aquí algunas alternativas:
- Harinas integrales: Cambiar la harina refinada por harinas integrales como la de trigo integral, avena, harina de almendras o centeno permite que los niños obtengan más fibra, vitaminas y minerales. Estas harinas se absorben más lentamente, manteniendo estables los niveles de azúcar en la sangre y evitando los picos de energía.
- Legumbres y sus harinas: Las harinas de garbanzo, lentejas o frijoles son una excelente fuente de proteínas y fibra. Estas harinas no solo son más nutritivas sino que, además, tienen un índice glucémico bajo, por lo que ayudan a mantener la energía y la saciedad por más tiempo.
- Quinoa: Esta semilla puede ofrecerse en su forma original o en harina para preparar recetas como tortitas o pan. La quinoa es rica en proteínas, fibra, hierro y otros nutrientes esenciales.
- Snacks naturales: En lugar de galletas o panes industriales, opta por ofrecerles frutas frescas, frutos secos o yogur natural con trozos de fruta. Estos alimentos ofrecen nutrientes esenciales y son naturalmente dulces, sin la necesidad de azúcares añadidos.
- Verduras en preparaciones creativas: Algunas verduras como el camote, la calabaza y la zanahoria se pueden utilizar para hacer muffins, panes y otros productos de repostería. Al incluir vegetales en las recetas, los niños reciben más fibra y vitaminas sin renunciar al sabor que les gusta.
Consejos para una dieta balanceada
La clave de una buena alimentación es el balance entre todos los grupos alimenticios, sobre todo cuando se trata de los niños, pero también es la relación saludable que debemos construir con la comida, por lo que siempre debes recordar estos tips:
- Equilibra las comidas incluyendo en cada plato una fuente de proteína (como pollo, huevo o legumbres), un carbohidrato de absorción lenta (arroz integral, quinoa, camote) y una buena cantidad de vegetales.
- Haz cambios graduales: Si los niños están acostumbrados a comer productos con harina refinada, introduce las opciones integrales poco a poco, mezclándolas en las recetas para que el cambio suceda amablemente y de forma natural.
- Evita los productos ultraprocesados, pues que suelen tener harinas refinadas, azúcares, colorantes y aditivos. Estos deben ser una excepción en la dieta de los niños. Prioriza alimentos frescos y caseros que puedas controlar en cuanto a ingredientes.
- Aprovecha los fines de semana para preparar bizcochos, galletas y otrs snacks con la ayuda de tus pequeños. De esta manera pueden pasar tiempo en familia y tendrás alternativas saludables para los snacks y loncheras de toda la semana.
Promover una alimentación equilibrada desde la infancia es clave para el desarrollo de buenos hábitos alimenticios a largo plazo y un mejor estado de salud. No se trata de dejar fuera de la dierta de los niños los carbohidratos pues estos son combustible para la energía y su desarrollo, si no de moderar su consumo y mejorar la calidad de las harinas que ofrecemos. Es mejor optar por opciones nutritivas ya que esto permite que los niños crezcan con salud y energía para afrontar sus actividades diarias y que construyan una relación saludable con la comida, lo que comen y cómo lo hacen. Hacer el cambio no es difícil y tampoco tiene que ser caro, así que anímate y comienzo hoy mismo, porque comer sano siempre es la mejor opción para toda la familia.
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