La importancia de las vacunas

  • hace 7 años

Muchas personas creen que ponerse una vacuna es una experiencia incómoda y hasta traumatizante (sobre todo si se tiene temor a las agujas). La verdad es que este método médico ha salvado millones de vidas y han ayudado a controlar enfermedades virales que llegan a ser mortales, como es el caso de la hepatitis o la influenza. Si quieres entender la importancia de vacunarte, aquí te explicamos más del tema:


¿Qué son? ¿Cómo funcionan?

Las vacunas contienen versiones debilitadas de diversos virus. Estos, al estar debilitados, no producen los síntomas de la enfermedad, sino que estimulan el sistema inmunológico para crear anticuerpos que nos protegerán del virus en el futuro. El cuerpo detecta la presencia del virus como una sustancia extraña (antígeno) y ahí es cuando sucede la magia. Desde su aparición, las vacunas han ayudado a evitar el contagio de muchas enfermedades, sobre todo entre los niños.


Efectos secundarios

Los efectos posteriores a la aplicación de una vacuna son leves y temporales. Los más comunes son fiebre y dolor en la zona inyectada. Algunas (como la BCB, contra la tuberculosis) causan la aparición de marcas sobre la piel, justo en la zona donde se puso la vacuna. Mira tus hombros, seguro ya tienes alguna, pero no hay nada de qué preocuparse. Esto solo se debe a una reacción de la piel a la actividad de las bacterias. De hecho, esas marcas son considerados un indicador de que el tratamiento funcionó.


¿Por qué es necesario vacunarme?

Las vacunas controlan y previenen enfermedades como la Difteria, Tos Ferina, Tétanos, Hepatitis B, Influenza, Poliomielitis, Sarampión, Rubeola, Parotiditis, formas graves de la Tuberculosis, Meningitis, Fiebre Amarilla, Neumonías, diarreas por Rotavirus e infección por VPH. En general, nos protegen de enfermedades que pueden tener un impacto mortal o que pueden contagiarse rápidamente entre la población. Vacunarse no solo implica prevenir, sino también cuidar a los que nos rodean.


¿Cuándo es peligroso hacerlo?

Hay casos especiales en las que los niños no deben vacunarse por la probabilidad de generar complicaciones. Por ejemplo, cuando el paciente sufre de algún tipo de cáncer u otra enfermedad y está en tratamiento. El médico debe ser quien dé la última palabra en estos casos; no dudes en consultarle. 

Fuente: Family Doctor

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