Una de las más grandes recomendaciones para que nuestros pequeños sean personas felices, es contribuir a que tengan una buena autoestima. Sin embargo, no solo se trata de decirles "palabras bonitas" sino de ser un referente para ellos. Conozcamos 5 acciones que harán que nuestros pequeños se conviertan en adultos felices y con autoestima.
La autoestima en un adulto es muy importante porque influye directamente en la satisfacción y mirada positiva que, él o ella, se tiene de sí mismo; y esta autovalorización se relaciona directamente en su comportamiento de tal manera que de ella dependerá que sea una persona con metas y proyectos de vida.
Primero lo primero: Aprendamos a reconocer los rasgos de una persona con baja autoestima:
- Son personas con poca seguridad en sí mismas.
- Son indecisas, se les complica tomar decisiones porque tienen miedo exagerado a equivocarse.
- Piensan que no pueden, que no saben nada, que no lo van a conseguir.
- No se valoran, ni reconocen sus talentos, recursos personales, ni sus posibilidades.
En cuanto a las consecuencias de tener baja autoestima podemos precisar que este tipo de personas:
- No aprende a quererse, no se respeta y por tanto, no se hace respetar.
- Con el tiempo se vuelve una persona muy insegura de lo que hace, situación que limita sus aspiraciones para el presente y futuro.
- Siempre se inclinará hacia actitudes derrotistas y negativas.
Sara Diestro Cabanillas, coordinadora de Programas de Save the Children Perú, explica que una persona no hereda ni nace predispuesta a tener baja autoestima sino que existen otros factores que la afectan, principalmente el entorno o ambiente de crianza.
Entre las acciones que ella recomienda realizar para que nuestros pequeños sean hombres o mujeres con autoestima, destacamos 5:
1. Conviértete en un referente positivo
Considerando que los adultos son personas significativas en la vida de sus hijos, hijas, sobrinos y otros niños, niñas o adolescentes, un adulto con autoestima es una referencia positiva, un modelo que inspira, por la forma como ve su vida y establece relaciones con los demás, caracterizada por el buen trato, respeto, una vida saludable, feliz, con plenitud y alegría.
Aprender a valorarse a sí mismo, tener una alta y saludable autoestima, es tener autoconfianza, y son aspectos que pueden sucederle a cualquier persona, a pesar de su pasado.
2. Reconoce lo bueno de tu hijo o hija
Elógialos. Concéntrate en las cosas positivas que hace tu hijo y remárcaselas, siempre sin sobrevalorar. Si le remarcas las cosas positivas, tú hijo tendrá la sensación de haber logrado algo y su autoestima se fortalecerá. Además sabrá por qué.
Valora sus esfuerzos aunque no consiga lograr la meta. Aquí recomendamos tener cuidado en cómo dices las cosas, cómo te expresas; por ejemplo, si tu hijo no ha jugado el partido de fútbol y ha sido suplente y le dices: "Bueno, la próxima vez trabajarás más y lo conseguirás", puede hacer que el niño lo entienda como 'no has trabajado lo suficiente', 'mi padre no está contento', etc. En cambio, se puede decir algo similar pero con otro significado: "Bueno, esta vez no entraste en el equipo, pero estoy orgulloso del esfuerzo que haces, si sigues así puedes conseguirlo".
Recordemos, validar el esfuerzo y luego reforzar que para conseguir lo que se propone, hay que persistir, aceptando los malos momentos y las frustraciones. En este sentido aliéntalo, ya que necesita tu apoyo. Dile que crees en él o ella y que lo animas a seguir adelante. Hay que alentarlos y apoyarlos en el camino y no solo valorar el logro alcanzado.
Acepta tus propios errores y discúlpate. Lo importante para un niño no es que su padre o madre no se equivoquen, sino que puedan rectificarse, disculparse y reparar. Los hijos no quieren padres perfectos, quieren padres que los amen.
3. Ayúdalo a forjar su identidad
Fomenta la cooperación y la participación. Esto favorece la autoestima y la confianza en los demás, además de aprender a trabajar en equipo.
Respeta sus gustos. No exijas a tus hijos que les guste lo mismo que a ti o que se sumen a tus intereses, enséñales a que descubran lo que les gusta y a que lo desarrollen.
Estimúlalos para que tomen sus propias decisiones y puedan resolver sus problemas. Aunque se equivoque, ya que para aprender a manejar las desilusiones y frustraciones, primero hay que vivirlas. Por ello, deja que cometa errores, porque es algo que no puedes evitar y ella o él tiene que aprender a superarlo.
Déjalos que asuman responsabilidades acorde a su edad. No se le debe pedir más de lo que puede. Darle responsabilidades alcanzables les ayuda a crecer y madurar, se sienten capaces y sienten que confían en ellos. En este sentido, también permite que asuma los riesgos saludables, animándole a experimentar y explorar cosas nuevas, aunque se equivoque, si no lo hace no se puede tener éxito.
4. Crea un ambiente de seguridad y amor para que se desarrolle
El hogar debe ser un espacio donde no se tolere la violencia y se fomenten el buen trato, el respeto y la empatía, y se promuevan relaciones con equidad entre los hombres y mujeres, distribuyendo por igual las tareas y responsabilidades dentro del hogar y que las oportunidades también sean equitativas.
Somos conscientes que educar, formar a una persona, no es una tarea fácil, y que requiere que nos "miremos", revisemos nuestra propia autoestima e incorporemos estas acciones a nuestras vidas. Así seremos mejores personas, padres y madres, afectivos y con nuevas formas y cultura de crianza, positiva, sin violencia y con mucho amor.
5. Escúchalo y dedícale un espacio de intimidad para que puedan conversar
Prestar atención no es escucharlo. Dedícale atención con todos tus sentidos, escúchalo con el corazón; evita establecer una conversación mientras ves la televisión o estás realizando otra tarea, menos aún decirle, "habla que te estoy escuchando"; recuerda que tu hija o hija, necesita saber que es importante para ti y no una actividad dentro de tu agenda, aprende a mirarle, comprenderle, validarle.
Tambien enséñale que respete tus tiempos, que sepa que estás dispuesto a escucharlo, pero no siempre cuando él o ella quiera, hay momentos.
Así como hay acciones que se deben realizar, existan algunas que no deberías hacer:
No 'infles' su autoestima
Algunas veces hemos escuchado o dicho "esa persona tiene demasiada autoestima", sin embargo, Sara Diestro señala que esto no es preciso, y lo que realmente pasa es que nos encontramos ante personas con autoestima inflada, que no es una autoestima sana, en realidad es el disfraz de una baja autoestima.
"Hay que tener presente que las etiquetas que sobrevaloran y no se ajustan a la realidad no son positivas, por ejemplo, decir 'eres el mejor del mundo' o 'nadie puede contigo', etc. Debemos desarrollar en los niños una autoestima adecuada, ni baja ni muy alta, sino una autoestima acorde a lo que son, que les permita sentirse seguros de sí mismos, disfrutar de la vida y ser felices, haciendo felices a los que viven y comparten con nosotros", explica la especialista de Save the Children.
"La soberbia no es grandeza sino hinchazón; y lo que está hinchado parece grande pero no está sano".
No lo compares cuando hace algo mal
No debes usar frases como "tu hermano es mejor", "tu primo saca mejores notas". Es probable que se sienta avergonzado, no querido, envidie al otro. Esto es lo mismo para las comparaciones positivas: "Tú eres el mejor jugador", por ejemplo, esa frase coloca al niño en un nivel de exigencia permanente difícil de alcanzar.
No lo etiquetes
Etiquetar a las personas deja huella para toda la vida; las etiquetas negativas se vuelven creencias limitadoras que son perdurables en el niño o la niña hasta cuando se hacen adultos. Estas etiquetas se pueden trasmitir de muchas maneras, seriamente, como broma o burla, desde el cariño, pero lo cierto es que todas ellas producen malestar.
Por ejemplo, a veces cuando desaprueban alguna materia en el colegio o traen notas bajas, reclamamos señalando "¡eres bruto, no aprendes nada!" o cuando rompen algo decimos con enfado "¡eres un torpe!", o en broma señalamos que "¡tienes manos de mantequilla!” o lo que es peor, indicamos "déjalo, lo hago yo porque tú rompes todo". Sea el tono que usemos, el mensaje es duro y perdurable, marca la vida del niño o niña, que siempre quedará con la idea instalada, "soy torpe, no sirvo, no puedo aprender, no me entra nada…", este tipo de frases lo limitarán en su vida.
"Los niños están en un constante proceso de aprendizaje y crecimiento, y si desde pequeños empiezas a encasillarlos, se quedarán allí, y se comportarán como el agresivo, el torpe, el inútil, etc. Habrás dejado huella y marcado su vida para siempre", subraya Sara Diestro.
Si sientes que tu niño o niña podría tener baja autoestima debes dedicarle más tiempo, expresarle afectos y asegurarte que ellos y ellas los sienten. Ten presente que se pueden desarrollar estrategias para que superen los problemas o conductas que expresan baja autoestima. Si en caso la situación es más compleja, y a ti como padre te resulta difícil manejarlo, puedes buscar ayuda de un profesional o consultar a un psicólogo.
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