Dormir es fundamental para gozar de una buena salud; sobre todo, en la etapa de la adolescencia. La mayoría de adolescentes no duerme lo suficiente, debido a sus horarios sobrecargados o porque se quedan hasta altas horas de la noche frente a la pantalla del celular, la computadora o la televisión. Por otro lado, está el grupo que intenta acostarse temprano, pero que les cuesta conciliar el sueño y dormir las horas necesarias.
A la larga, las noches que pasan sin dormir lo suficiente (ya sea por un trastorno del sueño o porque eligen otra actividad) se convierten en un déficit de sueño, lo que genera una gran cantidad de efectos negativos para su organismo.
¿Qué ocurre durante el sueño?
Mientras dormimos, nuestro cerebro atraviesa cinco fases de sueño, donde la quinta y última es la fase de sueño REM (por sus siglas en inglés; en español se debería llamar "MOR", de "movimientos oculares rápidos"). Un ciclo de sueño está integrado por las fases 1, 2, 3, 4 y por la fase de sueño REM. Un ciclo completo de sueño dura aproximadamente de 90 a 100 minutos. Por lo tanto, durante una noche de sueño promedio, una persona tiene cuatro o cinco ciclos de sueño.
Las fases 1 y 2 son etapas de sueño ligero donde la persona se puede despertar fácilmente, las fases 3 y 4 son etapas de sueño profundo, y en la última fase del ciclo de sueño (REM) el cerebro y el organismo se energizan y es cuando se sueña.
A medida que la persona se va quedando dormida, su cuerpo comienza el trabajo nocturno:
- curando las células dañadas,
- estimulando el sistema inmunitario,
- recuperándose de las actividades del día,
- recargando el corazón y el sistema cardiovascular para el día siguiente.
Las causas de dormir mal en la adolescencia
Dichas fases pueden verse alteradas con facilidad durante la adolescencia por lo ssiguientes factores:
1. La higiene del sueño
Para gozar de una buena higiene del sueño, es necesario mantener un estado normal durante el sueño nocturno y durante la vigilia diurna; es decir, evitar:
- Llevar hábitos de alimentación poco saludables, especialmente durante la noche.
- Hacer ejercicio físico justo antes de dormir.
- Consumir café, bebidas energéticas, tabaco, alcohol u otras drogas.
- Quedarse frente a la pantalla (celular, televisión, computadora) hasta altas horas de la noche.
2. Las exigencias académicas y sociales
Muchos adolescentes se pasan la noche despiertos haciendo tareas o estudiando para exámenes. Sin embargo, dormir poco les trae a la larga malos resultados, ya que necesitan niveles óptimos en la calidad del sueño para obtener y procesar la información de forma adecuada y así facilitar el proceso de aprendizaje.
Las consecuencias de dormir mal en la adolescencia
En sus centros de estudios, los adolescentes deben enfrentarse diariamente a una jornada académica de varias horas, que puede estar condicionada por haber pasado una mala noche el día anterior. Esto puede provocar consecuencias nocivas, como:
- Dificultad para atender a la explicación del profesor.
- Problemas de concentración al realizar las tares.
- Fatiga y cansancio diurno.
- Pérdida de memoria.
- Dificultad para tomar apuntes sin distraerse.
- Problemas sociales.
- Bajo rendimiento académico o fracaso escolar.
- Irritabilidad y cambios en el estado de ánimo.
- Reducción de la motivación y la energía.
- Déficit en la resolución de problemas y la toma de decisiones.
En conclusión, dormir mal impide el buen funcionamiento del cuerpo y de la mente. Se producen disfunciones cognitivas, motoras, hormonales y del estado de ánimo, que pueden afectar la vida cotidiana.
Se recomienda solucionar los problemas del sueño durante la adolescencia para que no se agraven en la etapa adulta.
¿Qué pueden hacer los padres?
Si bien los adolescentes ya tienen edad suficiente para saber lo que deben hacer, como padres podemos guiarlos con estos consejos:
- Intentar que siga una rutina de acostarse y levantarse a la misma hora en la semana y que, los fines de semana, los horarios solo difieran en dos horas con respecto a los otros días.
- Priorizar actividades extraescolares.
- Tratar de que no haya siestas largas y limitarlas a 30 minutos.
- Controlar el consumo de cafeína y que exista una atmósfera de calma en la casa.
- Sacar la televisión del cuarto del adolescente y minimizar el uso de dispositivos hasta una hora antes de acostarse.
- Alentarlo a realizar actividades deportivas, musicales o vivenciales.
En muchos casos, será difícil aplicar ciertas reglas a un adolescente; por ello, es mejor explicarles la importancia de tener un buen descanso durante la noche y comprobar con ellos mismos los beneficios de estas buenas prácticas en su día a día. Con el tiempo, tomarán conciencia.
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