En toda relación adulta existen discusiones, eso es algo que no se puede evitar y todo matrimonio lo sabe. De hecho, discutir con tu pareja evitando agresiones u ofensas puede ser sano, ya que ambas partes logran expresar lo que les afecta y juntas pueden buscar una solución. Sin embargo, lo que no es sano, es cuando los niños en casa se ven afectados por estas discusiones.
¿Cómo afectan estos conflictos a nuestros hijos?
Los niños y adolescentes son muy perceptivos a todo lo que ocurre a su alrededor, especialmente a lo que sucede en sus casas. Un ambiente de constante discordia y conflicto puede hacer que se sientan inestables y les impide fortalecer su núcleo más cercano de confianza. Además, esto podría afectar de manera negativa la manera en la que el niño se relacione con las demás personas, dificultándole socializar o crear una relación estable.
¿Cómo discutir si los niños están presentes?
Si tu pareja y tú necesitan un espacio para hablar, primero deben asegurarse de estar tranquilos. No se dejen llevar por los impulsos y, si sienten que no pueden controlar sus emociones, esperen hasta el día siguiente o tómense un tiempo para respirar profundamente antes de hablar. No levanten la voz y conversen de sus problemas como adultos. Tampoco se critiquen ni insulten mutuamente. Las discusiones en pareja sirven para que la relación pueda seguir creciendo, no para humillarse mutuamente.
Un buen ejemplo para los niños
Lo que viene después de una discusión, en el mejor de los casos, es la reconciliación. Y esto es algo de lo que los niños pueden y deben aprender. Una vez que tú y tu pareja hayan llegado a un acuerdo de forma serena, cuéntenle a sus hijos que ya no están enojados y que van a evitar volver a estarlo. Él no solo se sentirá contento, sino que también recuperará la certeza de vivir en un lugar seguro donde las personas que más quiere lo respetan y se preocupan por él.
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