En la sociedad actual, donde el sedentarismo y las actividades que requieren poco movimiento son cada vez más comunes, es crucial resaltar la importancia de que los niños hagan deporte desde una edad temprana. Más allá de la diversión y el entretenimiento, la práctica deportiva durante la infancia conlleva una amplia gama de beneficios físicos, mentales y emocionales que impactan positivamente en el desarrollo integral de los niños. En este artículo queremos hacer una pequeña comparación entre los beneficios que tienen los niños que hacen deporte vs. los que no mantienen una rutina físicamente activa, para que comprendamos por qué es tan necesario fomentar el juego al aire libre, el movimiento y deporte en general.
Desarrollo motriz temprano
Uno de los principales beneficios del deporte en la infancia es el desarrollo motriz temprano. Cuando los niños participan en actividades deportivas, están constantemente mejorando su coordinación, equilibrio, agilidad, fuerza y destreza física. Estas habilidades motoras son fundamentales para un desarrollo saludable y para adquirir competencias básicas que les permitirán desenvolverse eficazmente en otras áreas de su vida cotidiana.
Los niños que no practican deporte tienden a tener un crecimiento motor menos desarrollado en comparación con aquellos que participan en actividades físicas de manera regular. Esto puede manifestarse en dificultades para realizar tareas simples que requieran coordinación o equilibrio, fuerza y resistencia.
Trabajo en equipo
El deporte también enseña a los niños la importancia del trabajo en equipo. A través de la participación en actividades deportivas, los niños aprenden a colaborar con otros, a comunicarse de manera efectiva y a entender que el éxito no siempre depende únicamente de ellos mismos, sino de un esfuerzo colectivo. En una sociedad cada día más individualista, la colectividad como herramienta de crecimiento, bienestar y éxito, es un valor que vale la pena cultivar y el deporte es un excelente vehículo para inculcarlo.
Los niños que no tienen experiencia en deportes pueden tardar más en desarrollar habilidades sociales y de trabajo en equipo, lo que podría dificultar su capacidad para relacionarse y cooperar con otros niños en entornos grupales, repercutiendo en su disposición para el trabajo grupal académico.
Constancia y disciplina
La práctica deportiva fomenta la constancia y la disciplina en los niños. Aprenden la importancia de establecer metas, trabajar duro para alcanzarlas y persistir a pesar de los desafíos. Esta mentalidad de esfuerzo continuo es invaluable tanto en el deporte como en todos los aspectos de la vida.
Los niños que no practican deporte deberán aprender de la disciplina necesaria para mantenerse enfocados en sus objetivos a largo plazo, a partir de otras experiencias que podrían tomar más trabajo para asimilarse, reduciendo las posibilidades para alcanzar el éxito en diferentes áreas.
Buena condición física y bienestar emocional
La actividad motora regular durante la infancia contribuye a mantener una buena condición física y promueve el bienestar emocional. La fuerza física, la resistencia y el control del cuerpo, se construyen a partir de ejercicio regular y los niños que practican algún deporte desde temprana edad, tienen mayor facilidad para sostener una condición física óptima, sobre todo al pasar por la adolescencia, lo que sin duda es un beneficio estrechamente ligado a la salud mental y emocional durante esta difícil etapa de la vida. En el ámbito de las emociones, el ejercicio es vital, pues la actividad física hace que el cerebro libere endorfinas, que son neurotransmisores que generan sensaciones de felicidad, reduciendo el estrés y la ansiedad. Además, una buena condición física durante la infancia sienta las bases para un estilo de vida activo y saludable en la edad adulta.
Los niños que no participan en actividades deportivas corren un mayor riesgo de sufrir problemas de salud relacionados con el sedentarismo, como la obesidad, la diabetes tipo 2, depresión y enfermedades cardíacas. Además, pueden experimentar niveles más altos de estrés y ansiedad debido a la falta de liberación de sustancias bioquímicas asociadas con el ejercicio. En este terreno se encuentran las actividades de alta pasividad como los videojuegos y el uso de pantallas.
Alimentación saludable
El deporte ofrece muchos beneficios y también requiere compromisos importantes, como por ejemplo la forma en la que nos relacionamos con la comida. Junto con la actividad física, una alimentación saludable es fundamental para el rendimiento deportivo y el bienestar general de los niños. Consumir una dieta equilibrada, rica en frutas, verduras, granos enteros, proteínas magras y grasas saludables proporciona a los niños la energía y los nutrientes necesarios para mantenerse activos y desarrollarse adecuadamente, al mismo tiempo que previene enfermedades futuras vinculadas a la ingesta de ciertos alimentos. Por lo tanto podemos afirmar que una vida ligada al deporte, permite crear hábitos saludables relacionados a la forma de comer y a lo que comemos.
Los niños que no reciben una nutrición adecuada pueden experimentar fatiga, falta de concentración y bajo rendimiento académico y también físico durante la práctica deportiva. Además, tienen un mayor riesgo de desarrollar problemas de salud a largo plazo.
El deporte es fundamental para el desarrollo integral de los niños, por lo que debe ser impulsado desde una edad temprana. Más allá de los beneficios físicos evidentes como la fuerza, la agilidad o la resistencia, la práctica deportiva promueve el bienestar emocional de nuestros hijos, así como la construcción de hábitos saludables y habilidades sociales. Es nuestro deber fomentar y apoyar la participación activa de los niños en el deporte, reconociendo su papel crucial en la formación de individuos sanos, felices y resilientes.
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