Que nos hayamos vuelto más conscientes del daño que supone exponerse sin protección a la radiación solar, no quiere decir que al fin entendimos cómo funciona el asunto. Peor aún, conservamos algunos prejuicios que podrían ser perjudiciales. En primer lugar, desterremos de una buena vez la idea de que solo hay que protegerse del sol durante el verano.
Los cielos nublados bloquean la luz y disminuyen la temperatura, pero la radiación ultravioleta no disminuye significativamente. Según reporta el diario La Tercera, de Chile, un cielo cubierto en un 50% con nubes solo reduce la radiación en un 10%.
Paradójicamente, el daño más severo que ocasiona la falta de protección ante la radiación UV es a los ojos. El uso de lentes de sol en invierno, lejos de ser una moda estrambótica es una medida de precaución que todos deberíamos utilizar, al margen de nuestras preferencias estéticas para vestirnos y arreglarnos.
Por lo demás, si uno va a estar expuesto al sol en invierno, debe usar ropa que cubra los brazos y piernas, usar sombrero, anteojos oscuros y la misma crema que ha usado durante el verano, o sea de un factor no menor a treinta.
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