¿Cómo poner límites a tus hijos sin dañarlos?

  • hace 4 años

Los límites y reglas son muy importantes para el desarrollo social de los pequeños. De hecho, al no tener claras tus normas, puede que tengas que soportar muchas pataletas. Educar a un niño durante la primera infancia (de 1 a 3 años) puede ser un reto para los padres, pero no es imposible. Establecer límites en esta etapa, cuando tu hijo está aprendiendo qué comportamientos son correctos y cuáles no, le ayudará a convivir en una comunidad y a mantener relaciones interpersonales armoniosas en el futuro.

El secreto es hacer cumplir estas reglas de manera coherente y con firmeza, pero sin llegar a hacerlos sentir mal. Para que eduques a tus hijos de manera eficaz y sin lastimarlos ni ofenderlos, te damos las siguientes recomendaciones.

¿Cómo poner límites a tus hijos sin dañarlos?

Con estos consejos básicos podrás aplicar sanos límites a tus pequeños, de forma que los educas sin ofenderlos. A la hora de darles órdenes debes tener en cuenta lo siguiente:

Sé objetivo.

Sé concreto y directo cuando establezcas tus normas. Un límite bien especificado con frases cortas y órdenes precisas suele ser claro para un niño, quien entenderá mejor el mensaje. Reemplaza el “pórtate bien”, “no hagas eso”, “sé bueno” por “habla más bajito cuando estemos en…”, “siempre coge mi mano para cruzar la pista”, “mejor camina por aquí”, entre otras.

Dale opciones.

Muchas veces, los padres le dan órdenes a sus hijos sin que éstos pueda optar de qué forma cumplirla. Darle la libertad de oportunidad de decidir cómo cumplir tus órdenes le da al niño una sensación de poder y control, lo cual reduce su resistencia.

Por ejemplo: puedes darle a elegir entre dos o tres trajes que tu elijas para que escoja el que más le guste. También puedes preguntarle si, a la hora del baño, prefiere ducharse o utilizar la tina. Esta es una forma fácil y rápida de dar dos o tres opciones a tu hijo para que haga exactamente lo que quieres.

Mantente firme.

Si notas que tu hijo se resiste a tus órdenes y actúa desobediente, debes aplicar el límite con firmeza. Sé claro en lo que pides y emplea un tono de voz seguro y fuerte. Por ejemplo: “Ve a tu cuarto ahora” o “¡Basta! Los juguetes no son para tirar”.

Ojo: que tu tono de voz sea firme no quiere decir que debas gritar, pero sí mantener un rostro serio. No debes darle la opción de no obedecerte. Por ejemplo, si le dices “haz tus tareas ahora, ¿si?” o “¿por qué mejor no te lavas las manos antes de comer?”, estarás dándole a tu hijo la opción de no hacerlo.

¿Cómo poner límites a tus hijos sin dañarlos?

Sé positivo en tus órdenes.

Los niños entienden más las órdenes cuando son positivas. Es decir, en vez de decirle “no grites, dile “habla más bajo”. Cuando usas el “no” en una orden, el niño entiende que ese comportamiento es inaceptable, pero no entiende cuál es el comportamiento correcto. En resumen, es mejor decirle a tu hijo lo que debe hacer que lo que no debe hacer. De esta manera, no te verán como alguien autoritario, pero te harán caso.

Guarda distancia.

Cuando le dices “quiero que te vayas a dormir de una vez”, estás creando una lucha de poder con tu hijo. Una buena estrategia es establecer las reglas de forma impersonal. Por ejemplo, puedes decirle: “Son las 8 de la noche. Es hora de acostarse” y le enseñas el reloj. De esta manera, evitarás conflictos con tu hijo, mientras que él ya tiene conocimiento de que a las 8 debe acostarse.

Explica el porqué.

Si le explicas a tu hijo el motivo de una regla como una forma de prevenir situaciones peligrosas para él o para otros, se sentirá más animado a obedecerla. Lo mejor cuando aplicas un límite es explicarle a tu pequeño la razón por la que debe respetarlo. Una vez que entienda la razón, el niño puede desarrollar valores internos de conducta y comportamiento. Así, podrá crear su propia conciencia. Eso sí, no le des una explicación muy larga y tediosa. Dilo en pocas palabras. Por ejemplo, “no golpees a nadie. Eso les hace daño”.

Sugiere una alternativa.

Cuando apliques un límite al comportamiento de tu hijo, trata de darle una alternativa. Por ejemplo, si tu pequeño está pintando en las paredes, dile: “En la pared no se pinta. Mejor usa este papel”. De esta forma, tu mensaje será menos negativo y tu niño se sentirá compensado. Al darle alternativas, le mostrarás que sus sentimientos son válidos.

Se estricto con el cumplimiento.

Tus reglas deben ser específicas para que sean efectivas. Si tu rutina es flexible (por ejemplo, la hora de dormir es a las 8, pero dejas que sea a las 8:30 o 9 de la noche), puede que tu niño tenga cierta resistencia y se vuelva imposible de cumplir.

Las rutinas y reglas importantes en tu hogar deberían ser efectivas día tras día, aunque estés cansado o indispuesto. Si le das a tu hijo la oportunidad de negociar tus reglas, ellos se aprovecharán y se resistirán cada vez que quieras ponerlas.

Desaprueba la conducta, no a tu hijo.

Debes dejarle en claro a tu pequeño que es su comportamiento el que estás desaprobando, no a él. No muestres rechazo hacia tu hijo diciéndole que es un “niño malo”. En vez de eso, dile “lo que estas haciendo está mal”. Así, no lo harás sentir despreciado ni humillado.

Controla las emociones.

Antes de reaccionar, piensa en cómo vas a transmitir tu molestia. Cuando los padres están muy enojados, suelen castigar más duramente a sus hijos y son más propensos a gritar y usar insultos. En el peor de los casos, usar la violencia física.

Cuando veas un mal comportamiento en tu hijo, respira y tranquilízate. Con calma hazle entender y pregúntale con amor: ¿qué sucede?, ¿porqué estás haciendo eso?, ¿algo te molesta? De esta manera, tendrán una mejor comunicación y la confianza se hará más fuerte.

Recuerda que cada niño es único y tienen diferentes personalidades. Lo que funcione con uno, puede que no funcione para otro. Sin embargo, estas recomendaciones te servirán de guía para que los eduques de la mejor manera y hagas respetar tus límites y reglas, sin ofenderlos ni afectar su autoestima.

Fuente:

www.guiainfantil.com

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