¿Tu hijo se rinde fácilmente? ¿Tu hija renuncia a los desafíos al primer intento? Puede que uno de tus pequeños se esfuerce más en conseguir lo que quiere, mientras que el otro se rinde a la primera. Si es así, no te preocupes, esto tiene una razón y una solución. Un estudio conjunto de las Universidades de Stanford y Chicago explica por qué algunos niños se esfuerzan más y otros renuncian a los desafíos. En esta nota, te contamos todo lo que debes saber.
Esta es la razón por la cual algunos niños se esfuerzan más y otros renuncian a los desafíos
Algunos niños muestran una actitud muy perseverante, independiente y determinada. Pequeños que, a su corta edad, no quieren que nadie les ayude y, cuando se marcan un objetivo, son capaces de intentar cien veces y no rendirse hasta conseguirlo. Pueden caer, pero se van a levantar, sin quejas ni reclamos. Suelen tener mucha tolerancia a la frustración. “¡Mira, mamá! Lo logré” o “¡papá, casi lo logro!” suelen ser frases que estos niños y niñas dicen con mucho orgullo.
Por otro lado, están los niños y niñas que son más dependientes, y no sólo cuando son muy pequeños. Aún con 6 años, siguen esperando que hagan las cosas por ellos o ellas. Incluso, se rinden fácilmente y abandonan los retos o desafíos. Se frustran con facilidad y dejan de intentarlo.
La psicóloga Carol Dweck, después de muchos años de investigación en el tema del esfuerzo, motivación y perseverancia de los niños y niñas, llegó a la conclusión de que existen dos tipos de infantes en función de su actitud ante el esfuerzo:
- Los que piensan que los logros y el éxito dependen de su talento y habilidades o de su inteligencia. Aquellos que, por ejemplo, al momento de aprender a amarrarse los pasadores, si no lo logran al primer o segundo intento, piensa que simplemente no es bueno en eso, se rinde y le piden a un adulto que lo haga por ellos. No creen que puedan volverse buenos en algo con la práctica y la perseverancia, y son muy poco tolerantes a la frustración. Creen que el error es muestra de poca inteligencia.
- Los que piensan que los logros y el éxito dependen del esfuerzo, el trabajo y la perseverancia. Aquellos que intentarán una y otra vez amarrarse los pasadores. Los que creen que practicando pueden llegar a ser buenos en ello y que al final dirán: “¡Lo logré!”.
Esto es lo que dice la teoría de esta famosa psicóloga. Sin embargo, todos los niños tienen personalidades diferentes. De hecho, para algunas cosas, un niño puede perseverar, pero para otras, no. Según esta investigación, los niños que piensan que los logros dependen de la inteligencia innata, evitan desafíos que piensan que no van a poder lograr. Prefieren mostrar su inteligencia en aquellos otros campos en los que saben que sí van a destacar.
Por otro lado, los niños que piensan que los logros se consiguen con trabajo y esfuerzo, piensan que a mayor esfuerzo, más logros y más inteligencia. Es decir, ven la perseverancia como una forma de crecimiento personal. Por ello, suelen mostrar terquedad. Esta es una forma más positiva de ver la vida, ya que verán el aprendizaje como un camino sin fin y entenderán que siempre se puede aprender más y más.
La razón por la que algunos niños se esfuerzan más y otros renuncian a los desafíos
Según la investigación, y aunque puede ser un poco difícil de escuchar para los padres, la razón por la que algunos niños se esfuerzan más y otros no es por el tipo de elogio que el niño o niña recibe.
Los dos tipos de elogio o celebración son:
- Elogio a la inteligencia o habilidades: Cuando los padres celebramos el hecho de que sean inteligentes cuando logran algo. “Qué inteligente eres”, “qué buena eres para las matemáticas”, “eres el mejor jugando fútbol”, etc, son algunas frases que denotan este tipo de elogio.
- Elogio al esfuerzo: Cuando los padres celebramos el hecho de que nuestro hijo o hija haya intentado algo, por más que no lo haya logrado. “Casi lo consigues, te salió mejor que la última vez”, “Tú puedes, ¡inténtalo una vez más!”.
Este estudio se basó en el análisis de más de 40 familias, con niños y niñas que tenían 14 meses cuando empezó la investigación y que al finalizar tenían 8 años. Aquellos que recibieron elogios por sus habilidades, mostraban menos interés por los desafíos que aquellos que habían recibido elogios sobre su esfuerzo.
Lo que podemos hacer los padres
Para lograr que nuestros hijos e hijas se esfuercen más por alcanzar sus objetivos y para lograr que se propongan metas a cumplir, debemos tomar conciencia de cómo los estamos elogiando. ¿Será que, cuando educamos a nuestros pequeños, los elogios a uno y a otro son diferentes? Sin duda, es algo que tenemos que reflexionar.
La buena noticia es que se puede revertir. El cerebro es un músculo que puede moldearse y cambiar, si recibe los incentivos necesarios y los elogios correctos. De esta forma, el niño o niña podrá cambiar su actitud ante la vida y aceptar que hay veces en las que va a tener que dar todo su esfuerzo para lograr algo.
Asimismo, evitemos hacer todo por ellos y démosle el chance a intentarlo por sí mismos. Y, sobre todo, celebremos su esfuerzo. Cuando logre su objetivo, evitemos decir: “Qué bueno/a eres en ello” y empecemos por incentivarlos con un: “¡Te has esforzado y lo has logrado! ¡Muy bien!”. Así, nos aseguramos de que sientan que con esfuerzo se pueden lograr muchas cosas, y que el error es parte del aprendizaje.
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