Las rabietas en los niños son episodios naturales e inevitables, pero positivos a la vez. Es necesario que tus hijos tengan alguna que otra pataleta de vez en cuando. Sin embargo, también es importante que sepas cuáles son las razones de las rabietas y cómo reaccionar ante ellas.
¿Por qué es bueno que los niños tengan rabietas?
Las rabietas suelen durar entre 3 y 5 minutos, y empiezan a aparecer entre los 18 meses y los 2 años de edad. Lo normal es que vayan desapareciendo al llegar a los 4 años. Si bien son episodios que pueden frustrar mucho a los padres, las rabietas representan la primera forma consciente de los niños de comunicar y expresar lo que sienten y necesitan. Son un indicador de que pueden sentirse descontentos o frustrados. Lo importante es que sepas que tu hijo se está expresando y comunicando de la manera que sabe.
En esos momentos es cuando te toca utilizar todas las herramientas emocionales que te permitan gestionar esa situación para educar a tu hijo de la mejor manera. De esta forma, conocerás sus necesidades y harás que se sienta comprendido, lo cual evitará que se repitan rabietas tan seguido. Además, con cada rabieta vas a desarrollar tu paciencia, autocontrol, capacidad de escucha y, por su puesto, tu capacidad de ser firme y saber poner límites. Eso sí, siempre con respeto y amor.
Entonces, ¿qué tienen de positivo las rabietas?:
- Te expresan sus necesidades, aunque sea de manera directa y explosiva.
- Son sanas y necesarias, así que preocúpate si tus hijos no te montan alguna de vez en cuando, porque significa que no están afirmando su autonomía.
- Son una manera (muy molesta) de mostrarte que tu hijo tiene claro lo que quiere y que tiene el valor y la energía para defenderlo.
A medida que el niño madura y se desarrolla, disminuyen las rabietas, en frecuencia y en intensidad. Con el tiempo, los pequeños aprenden a modular sus impulsos y a actuar de manera más consciente. Puedes ayudarlos a desarrollar sus capacidades con juegos para criar niños emocionalmente fuertes.
¿Cómo ayudar a tu hijo a expresarse mejor?
Recuerda que tú eres el adulto y debes dar el ejemplo. Primero que nada, mantén la calma. Luego, una vez pasado el momento de tensión, tu hijo ya puede reflexionar sobre lo que ha sucedido y se dará cuenta de que no debió comportarse así.
Para ello, puedes ayudarlo a pensar en otras formas en las que puede reaccionar o comportarse. Intenta preguntarle:
- ¿Cómo te sentías cuando estabas haciendo la rabieta?
- ¿Crees que ha sido la mejora manera de pedir las cosas?
- ¿Podrías haber pedido las cosas de otra manera?
- ¿Qué has aprendido?
- ¿Cómo debes comportarte la próxima vez?
Estas preguntas debes hacerlas cuando se le haya pasado la molestia y ya todos estén más relajados. Espera que te responda, pero si ves que le cuesta hablar, puedes decirle que dibuje cómo se siente y te explique sus emociones.
Al hacerle estas preguntas a tu hijo, le ayudas a crear un espacio de pensamiento, a aprender de sus errores y le permites conectar con sus sentimientos y validarlos. De esta manera, en vez de quedarse en un simple castigo o conflicto, lo estimulas a pensar y a encontrar más opciones para que aprenda de la experiencia. En todo caso, si crees que la situación se escapa de tus manos, siempre pueden acudir a un especialista o psicólogo infantil.
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