Educar a nuestros hijos no es tarea fácil. Muchas veces, los padres nos hemos sentido frustrados y no hemos podido afrontar una situación difícil con los niños de la manera más prudente. Es probable que, en alguna que otra ocasión, les hayamos levantado la voz y hasta castigado, ya sea en casa o fuera de ella. Esto puede dañar la autoestima del pequeño y evitar que logren su máximo potencial. Por ello, es importante que sepas el daño que provocas a tus hijos cuando les gritas o castigas en público.
El daño que provocas a tus hijos cuando les gritas o castigas en público
¿Te ha pasado que ha habido alguna situación en la que tus emociones se desbordan y has reaccionado mal frente a tus hijos? ¿El enfado te ha ganado y le has gritado a tus pequeños frente a otras personas? Los padres no somos perfectos y, muchas veces, hemos llegado a nuestro límite con ciertos comportamientos de nuestros niños.
Si esto suele sucederte, debes saber que tu reacción ante este tipo de situaciones puede influir mucho en la salud mental de tus hijos. Por ello, es importante que sepamos manejar nuestras emociones y tener las herramientas para saber qué hacer en vez de gritarles o castigarlos en público.
Es necesario saber responder de otra manera menos perjudicial para la autoestima de los niños y el concepto que tienen ellos de sí mismos. Al fin y al cabo, debemos recordar que los niños son eso, niños, y debemos procurar no hacerlos sentir mal ni avergonzarlos frente a otras personas.
Frases que nunca deberías decirle a tus hijos
Cuando gritamos o regañamos a nuestros hijos en público, no vamos a lograr que se comporten como queremos. Por el contrario, les estaremos provocando dolor y sufrimiento, algo que va a impactar negativamente en ellos. Ellos pueden hasta sentirse traicionados, criticados y menospreciados, lo cual puede hacer que nuestra relación con ellos se vea afectada y la confianza no sea la misma.
Puede que tengamos razón en lo que les decimos, pero si se lo comunicamos de forma errónea, estaremos quitándonos la razón a nosotros mismos. Los adultos debemos evitar ciertas frases que solemos decir en este tipo de situaciones en las que nos sentimos enojados y muy frustrados. Estas son:
- No vas a poder hacer eso, no lo intentes
- No seas tonto
- No vas a poder
- Eres un vago/inútil
- Eres un pesado
- Siempre molestas
- Deberías ser como tu hermano
- Los niños no lloran
- Ya estás grande para portarte así
Estas y otras frases, como el “pórtate bien”, no funcionan. De hecho, van a empeorar la situación y confundir al niño. Incluso, puede llegar a dañar muchísimo su autoestima, sobre todo, si viene de sus padres, que son las personas que deben apoyarlo y amarlo incondicionalmente.
Lo que sí podemos decir y hacer para poner límites a nuestros, y evitar regañarlos en público
La idea es educar a nuestros hijos siendo firmes, pero respetuosos. Hablarles siempre desde el cariño y la comprensión. Los gritos y los regaños no son la solución cuando educamos. El diálogo y los límites, sí.
Para ponerle límites a los niños (sin gritarles ni castigarlos en público), puedes hacer lo siguiente:
Crea una buena comunicación con tus hijos
Todo límite que quieras ponerle a tus hijos o todo aquello que quieras decirles sobre su comportamiento debes hacerlo en privado. Habla con ellos en donde otras personas no puedan formar parte de la conversación con sus miradas.
Elogia en privado y también en público
Motivar y elogiar a tus hijos, tanto en privado como en público, fomenta su autoconfianza y autoestima. Los padres debemos ser los primeros en valorarlos y hacerlos sentir apreciados. De esta forma, los ayudamos a alcanzar todo su potencial y a creer en ellos mismos. Mostremos lo orgullosos que nos sentimos de ellos.
Presta atención a lo que dices y cómo lo dices
Los adultos debemos tener mucho cuidado con lo que decimos frente a los niños. No importa si “no es en serio” o si “es broma”. Los niños no siempre van a entender las bromas de los adultos. No comparemos a nuestros hijos con sus hermanos, primos, amigos u otros pequeños. Los niños y adolescentes están forjando su identidad, y nosotros influimos radicalmente en ello con comentarios, comparaciones e, incluso, con el lenguaje no verbal.
Seamos muy cuidadosos con esto. Un simple comentario, como “él no es tan bueno en eso como su hermano” o “si fueras tan rápido como tu hermano, lo harías mejor”, puede llegar a afectar mucho a un niño y dañar su autoestima. Más aún, si estos comentarios son repetitivos.
Resalta sus virtudes
En público, procuremos resaltar sus virtudes y, en privado, hagámosle ver los comportamientos que no deben repetirse. Expliquemos el porqué no se deben tener ciertas actitudes y el cómo es más apropiado actuar. Ojo: junto con las críticas constructivas, debemos resaltar las virtudes. Así como hay aspectos malos en una situación, también podemos valorar los aspectos positivos.
Responde desde la calma y bajo control
No dejes que la frustración, el enojo y otras emociones intensas influyan en tu reacción. Actuemos desde el cariño y el amor que les tenemos, por más mal que se hayan portado. Recuerda que con gritos nadie se entiende, la violencia nunca es la respuesta. De hecho, está comprobado que el sufrimiento infantil afecta el cerebro de los niños. Evitemos que nuestros pequeños la pasen mal. Seamos los que sumen a su felicidad.
Intenta ser justo
Seamos justos y coherentes con nuestros hijos. Los niños, por su misma naturaleza, no pueden ni deben comportarse bien siempre. Además, tengamos en cuenta la edad y el temperamento de cada uno. Ellos, al igual que todas las personas, tienen su modo de ver las cosas, y su comportamiento es la forma en la que nos la hacen saber. Si queremos decirle lo que sea en público, hagámoslo con cariño. Siempre con firmeza, pero sin dejar de hacerlos sentir queridos. No hay necesidad de gritarlos y avergonzarlos.
Ahora que ya sabes el daño que provocas a tus hijos cuando les gritas o castigas en público, puedes empezar a aplicar estos consejos para mejorar tu relación con ellos. Recuerda que hay otras formas de mejorar la inteligencia emocional de los niños y evitar problemas de conducta. Ten en cuenta que los padres tenemos la responsabilidad de criar niños emocionalmente fuertes, que confíen en nosotros y en ellos mismos. Debemos ser sus aliados y no sus enemigos, y para ello, la comunicación asertiva es clave. Si queremos que confíen en nosotros y nos respeten, debemos confiar en ellos, respetarlos y aceptarlos como son.
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