Para detectar desbalances emocionales en los niños es importante que los padres observemos su conducta. El cambio de comportamiento en un pequeño puede estar desencadenado por algún tipo de problema emocional. Es muy importante que sepamos detectar estos desequilibrios en las emociones de los niños y trabajar en ellos, ya que puede verse afectado su desarrollo. Por ello, te contamos cómo afectan los desbalances emocionales al desarrollo de tus hijos y cómo podemos ayudarlos.
¿Sabes cómo afectan los desbalances emocionales al desarrollo de tus hijos? Aquí, te lo contamos
Las señales más claras de que algo sucede con tu pequeño en el aspecto emocional son los siguientes:
- Cambios de humor bruscos o repentinos. En un mismo día puede estar eufórico o enfadado, feliz o triste.
- Se muestra más hostil y no acepta bromas. Todo parece molestarle y hace más rabietas.
- Pérdida del interés por actividades que antes le interesaban.
- Se muestra más rebelde e, incluso, agresivo. Grita mucho y no puede controlar su molestia.
- Problemas sociales, con sus compañeros y otros niños.
- Muestra cambios de apetito. Puede comer menos de lo acostumbrado o más.
- Cambios en los hábitos del sueño. Empiezan a notarse las ojeras, bosteza con mucha frecuencia, le cuesta dormir, sufre de insomnio o tiene más pesadillas.
Debemos tener en claro que las personas no nacen con temperamentos ni agradables ni desagradables. La capacidad de un niño para afrontar situaciones no es innata; es adaptativa o entrenable. Aquí, es muy importante la formación en habilidades socioemocionales, con el fin de que los pequeños sean menos vulnerables a la ansiedad y les permita recuperarse más rápidamente de malas experiencias.
Las habilidades socioemocionales son aquellas a las que solemos llamar habilidades blandas, es decir, aquellas asociadas al desarrollo social y emocional de la persona. Estas nos permiten poder entender y regular nuestras emociones, sentir y mostrar empatía por los demás, y establecer y desarrollar relaciones. Son muy importantes para poder relacionarnos de una manera positiva con nuestro entorno.
¿Cómo afectan los desbalances emocionales al desarrollo de los niños?
Las emociones no gestionadas y los desbalances emocionales tienen un impacto en el desarrollo y aprendizaje de los niños. Al igual que los adultos, los niños también pueden sufrir la presión emocional, académica y social; en la escuela, en el hogar o con su grupo de amigos.
Estas emociones van desde sentirse enojado, molesto, ridiculizado, orgulloso, entre otras, y afectan el aprendizaje porque influyen en la comunicación, la atención y la memoria, y en todo lo que necesitan para manejarlas. Las personas enojadas actúan enojadas, lo cual tiene consecuencias negativas para el aprendizaje. Si una niña se siente ansiosa o de mal humor, y no sabe cómo calmarse o reorientar sus sentimientos, le resulta más difícil concentrarse en el aprendizaje.
Por ello, es muy importante prestar atención al desarrollo emocional de los niños y saber validarlos, escucharlos y empatizar con ellos. Sin embargo, también debemos tener en cuenta que el ambiente en el hogar debe propiciar la escucha, la buena comunicación y la confianza.
¿Las emociones de los padres afectan a los niños?
Sí, las emociones de los padres afectan a sus hijos, ya sean positivas o negativas. Si los padres están viviendo situaciones de estrés, depresión o cualquier otra circunstancia que genere un desequilibrio en sus emociones, pueden perder la paciencia con facilidad. Esto puede propiciar que el ambiente en el hogar sea hostil. Los gritos, los castigos desproporcionados o hasta el hecho de ignorarlos pueden dejar secuelas en los pequeños, las cuales les impiden experimentar la vida con felicidad y armonía.
Los padres no somos perfectos, pero debemos ser emocionalmente fuertes como para saber manejar nuestras emociones también. Después de todo, somos el ejemplo de los niños. Y, si queremos niños emocionalmente fuertes, debemos serlo también.
Manejar las emociones no es tarea fácil, y los niños están aprendiendo. Es aceptable errar en algún momento. Lo importante es saber detectar cuándo hay desequilibrios constantes y valorar la gravedad de la reacción ante el descontrol. De esta manera, podemos evitar sentimientos tóxicos derivados de estos comportamientos, como la culpabilidad. Por ello, es necesario que tanto adultos como niños tomemos conciencia de nuestras emociones para gestionarlas y canalizarlas.
Finalmente, debemos tener en claro que las emociones no se suprimen ni se eliminan. Lo que se debe hacer es canalizarlas y regularlas. La inteligencia emocional es la capacidad de identificar las emociones y para reconocer sentimientos propios y ajenos y la habilidad para manejarlos, gestionarlos. Para ello, la comunicación es clave. Es importante que exista una buena comunicación en el hogar, entre los padres y los hijos. Sin embargo, también es válido buscar ayuda psicológica profesional.
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